sábado, 9 de octubre de 2010

El relativismo lingüístico y el dominio del color


Los estudios comparativos entre muy diversas lenguas corroboran que el vocabulario del color es muy desigual en ellas. Unas disponen de un vocabulario muy reducido y otras, variablemente más amplio. Siendo el dominio del color técnicamente susceptible de ser presentado como un continuum (los colores son franjas del espectro electromagnético, un continuo en el que se puede medir la longitud de onda) parecía perfectamente adecuado para someter a comprobación empírica el principio de la relatividad lingüística.
El léxico del color permite estudiar con precisión los tres niveles del lenguaje:
  1. La segmentación léxica: la manera en que se han dividido los colores para nombrarlos.
  2. La percepción subjetiva: el significado, la experiencia designanda.
  3. El fenómenos físico: el referente.
De entrada, esto supone dos interesantes modificaciones en el programa de Boas-Sapir-Whorf:
  • La reducción de lengua a vocabulario, dejando fuera las categorías gramaticales, que eran el principal sistema lingüístico de interés para el programa.
  • La conversión del “principio” en “hipótesis”.
 En todo caso, esta investigación ha sido enormemente fructífera y ha producido el corpus más acumulativo y sistemático de datos sobre el problema de la relación entre lenguaje y pensamiento
Estos estudios en un principio favorecieron las tesis relativistas, para posteriormente servir a las tesis universalistas (Berlin y Kay (1969) afirmaron que “la percepción común del color independientemente de la lengua que se hable”); con Lucy y otros se reforzaron las tesis relativistas, con nuevas reacciones desde el campo universalista.

La idea dominante en la actualidad es que el léxico del color no determina la experiencia cromática, pero su composición nos muestra los intereses de cada cultura.

EL RELATIVISMO tomó como forma de variable lingüística la codificabilidad , de manera que en cada lengua se obtenía resultados propios de codificabilidad para referentes determinados. Es decir, aquellas tarjetas Munsell de color presentadas a los sujetos experimentales para las cuales había un término del léxico, se recordaban más fácilmente que aquéllas que no tenían término correspondiente.
La otra forma de la variable lingüística, la precisión en la comunicación, fue aislada después, cuando se comprobó que los nombres o las descripciones que los sujetos experimentales daban a otros acerca de las tarjetas de color que se les presentaban eran decisivos para el recuerdo de ellas posteriormente solicitado.
En los estudios comparativos entre hablantes de diferentes lenguas, se constataba que tenían un número distinto de términos para el color y que los límites entre los términos no coincidían. Para explicar esto, se reformularon las hipótesis del PRL:
  1. En los hablantes de dos lenguas nativas distintas, las diferencias estructurales entre los sistemas de las lenguas, van en paralelo con las diferencias cognitivas no lingüísticas.
  2. La estructura de la lengua nativa de una persona, influye en gran medida o determina completamente la visión del mundo que adquirirá al aprender esa lengua.
  3. Los sistemas semánticos de lenguas diferentes, varían sin ninguna constricción.

La publicación de Berlin y Kay en 1969, “Términos de los colores básicos. Su universalidad y su evolución”, causó una gran conmoción. Examinaron un centenar de lenguas concentrándose en los términos de colores básicos y, por otra parte, reunieron una muestra de hablantes de veinte lenguas distintas a quienes les presentaron 320 tarjetas Munsell de color estándar (seleccionadas entre varios miles) solicitándoles que las clasificaran en montones del mismo color, que una vez clasificadas dijeran qué nombre daban en su lengua a ese color y, finalmente, que eligieran en cada montón aquella tarjeta que representaban mejor al nombre de color dado. Restringieron su investigación a los términos de colores básicos. Utilizaron además 9 tarjetas no cromáticas con variaciones de negro a blanco pasando por grises.

Tarjetas Munsell

Los principales resultados de la investigación, fueron los siguientes:
  • Puntos focales: Hubo acuerdo entre los hablantes de las distintas lenguas en señalar qué tarjetas eran las más representativas de los términos de colores básicos. Los mayores porcentajes de acuerdo se dieron respecto a rojo y amarillo, además de blanco y negro; y menores pero destacables, respecto a verde, azul y púrpura. De ahí concluyen que existen determinadas categorías perceptuales de color que son universales para los seres humanos y que sirven de referente y se corresponden con los once (o menos) términos de colores básicos que tienen las lenguas.blanco, negro, rojo, amarillo, verde, azúl,  marrón , y al mismo tiempo púrpura, rosa, naranja, gris.
  • Límites: La extensión de los límites de los términos de color variaban de unas lenguas a otras; un término particular de color podía tener en una lengua una gran extensión, mientras que en otra cubría un área más bien pequeña, aun teniendo en ambas el mismo punto focal; la variación en los límites afectaba también a un mismo informante interrogado varias veces.
  • Secuencia evolutiva: El número de términos de colores básicos en las diversas lenguas variaba entre dos y más de once, pero según un orden especial que fue representado en forma de estadios. Estos estadios estaban correlacionados con el nivel de desarrollo tecnológico. Los estadios evolutivos en que estas once categorías de color aparecen son siete:
1.   Blanco y negro aparecen en el primer estadio de todas las lenguas. Éste es un estadio de dos términos, y hoy en día todavía subsisten lenguas que se encuentran en esta situación.
2.   El tercer término que aparece es rojo. Éste es un estadio de tres términos.
3.   El cuarto término que aparece es verde o bien amarillo, pero nunca surgen los dos al mismo tiempo. Éste es un estadio de cuatro términos.
4.   De esos dos términos, en este estadio aparece el que no había sido incorporado en el estadio anterior; es decir, aquí ya están presentes tanto verde como amarillo, además de rojo, negro y blanco. Es un estadio de cinco términos.
5.   El sexto término en aparecer es azul (estadio de seis términos).
6.   El séptimo término que aparece es marrón (estadio de siete términos).
7.   Finalmente, los cuatro términos restantes aparecen en este estadio, prácticamente al mismo tiempo o sin un orden predecible: púrpura, rosa, naranja y gris (estadio de once términos).
La unversalidad se formula en términos de lo que se ha llamado universales implicacionales:
  1. Todas las lenguas que disponen de un término para rosa, púrpura, naranja o gris, disponen también de términos para marrón, azul, verde, amarillo, rojo, blanco, negro
  2. Todas las lenguas que disponen de un término para marrón, disponen también de términos para azul, verde, amarillo, rojo, blanco, negro.
  3. Todas las lenguas que disponen de un término para azul, disponen también de términos para verde, amarillo, rojo, blanco, negro.
  4. Todas las lenguas que disponen de un término para rojo, disponen también de términos para blanco y negro.
Berlin y Kay. Secuencia evolutiva del color.

Rosch, realizó entre los Dugum Dani (Nueva Guinea) una serie de pruebas de percepción que corroboraron las conclusiones de Berlin y Kay sobre los puntos focales. Los Dugum Dani memorizaban los puntos focales aunque no tuviesen términos para ellos. Para Rosch, esto demostraba la dependencia de la percepción, que era universal y determinaba la codificabilidad y la precisión de la comunicación.
La explicación de la coincidencia universal en los puntos focales, tenía que estar en la neurofisiología del color común a la especie humana (como se percibe el color fisiológicamente)
  • Se han tipificado tres dimensiones que se consideran interactuando unas con otras y con las que se describe la percepción del color:
    • El color (hue), con cuatro “tonalidades” propiamente cromáticas y dos acromáticas. Las cuatro cromáticas, son azul, amarillo, verde, rojo. Las acromáticas, blanco y negro. Todos los demás colores son combinaciones de éstos.
    • El brillo o el reflejo de luz que tiene un color; varía paramétricamente, de difuso a brillante.
    • La saturación o la intensidad del color; que también varía paramétricamente, de desaturados o apagados a saturados o vivos.
Color, saturación y brillo.

La percepción del color comienza en la retina con la estimulación de las células sensibles al color llamadas conos. Hay tres tipos de conos y cada tipo se distingue por una pauta única de respuesta dependiente de una determinada longitud de onda. Cada color es asociado a una pauta única de respuestas de estos tres tipos de conos. Luego, la respuesta tripartita del sistema retiniano sufre una transformación en un conjunto de respuestas neurales oponentes. Tales respuestas oponentes han sido localizadas entre las regiones roja y verde del espectro, por un lado, y, por otro, entre las regiones amarilla y azul del espectro visual. Y parece estar asentado que la excitación en una conlleva como información la inhibición de la otra, de manera que actúan coordinadamente y tienen efectos unitarios. En suma, en el nivel de la retina, las distribuciones diferenciales de los tres tipos de conos se transforman más allá de ella en una respuesta neural de oposición entre rojo y verde y de oposición entre amarillo y azul, que es lo que determina la percepción del color. Existen además otros dos tipos de células que son no-oponentes y su papel es fundamental en la definición del blanco y el negro. La relación de oposición supone que no hay percepción simultánea de verde y rojo, ni de amarillo y azul, no hay rojos verdosos ni azules amarillentos, pero sí hay percepción simultánea de verde y azul o de amarillo y rojo. Todo el espectro visible puede ser explicado así como resultado de la respuesta de cada sistema oponente (rojo o verde, amarillo o azul) y de la fuerza relativa de las respuestas de los sistemas oponentes.
Kay y McDaniel (1978) concluyen que la semántica de los términos de colores básicos en todas las lenguas, refleja directamente la existencia de estas categorías de respuestas neurales, que son pan-humanas.

Kay y McDaniel. Secuencia evolutiva del color.

Aunque la explicación universalista parece definitiva, análisis posteriores han cuestionado algunos aspectos de la metodología con la que se realizaron las experiencias que sirvieron para fundamentarla:
·         El grupo de estudio utilizado por Berlin y Kay estaba compuesto por hablantes de distintas lenguas, pero todos bilingües residentes en San Francisco.
·         La muestra de lenguas empleada para establecer la secuencia evolutiva (98), se consideró por algunos como un número reducido.
o    Dos estudios posteriores basados en muchas más lenguas indican que no existe comprobación alguna de que la adquisición de la terminología de color haya seguido una secuencia evolutiva. Lo más destacable de estos estudios es:
§  No todos los términos o categorías básicas utilizados por Berlin y Kay lo son. Las categorías primarias son solamente negro, blanco, rojo, amarillo, verde y azul.
§  Los puntos focales no son tan fijos. Existen puntos cambiantes que se detectan para algunas categorías más que para otras, cuando se trabaja con muestras amplias de sujetos y también cuando un mismo sujeto se somete a las pruebas varias veces.
§  Algunas categorías aparecerían en estadios diferentes a los previstos por Berlin y Kay y otras, por su regularidad, han sido llamadas “locas”.
§  Como consecuencia, se reformularon los estadios suavizándose las tesis universalistas. MacLaury desarrolla un modelo de categorización del color en términos de puntos de vista adoptados dentro de marcos de referencia que se construyen por medio de coordenadas de espacio y movimiento, un modelo llamado teoría del punto de vista ventajoso (vantage theory). La teoría es capaz de explicar cómo los seres humanos nombran colores mediante la selección de puntos de vista que se relacionan con sus coordenadas espacio-temporales. Esta teoría puede dar cuenta de casos en los cuales el mismo estímulo de color recibe dos nombres diferentes según el punto de vista que adopte el hablante.
·        En un ejemplo de MacLaury un hablante de la lengua uspantec, de Guatemala, nombraba varias muestras en la zona entre rojo y amarillo ya sea como q’en (amarillo) o como kyaq (rojo). El hecho es que las mismas muestras eran designadas con uno u otro nombre según la categoría de la cual partía el hablante. Si se le pedía que marcase qué colores eran q’en, comenzaba por el amarillo y se extendía en dirección al rojo; si se le pedía que marcase qué colores eran kyaq, comenzaba por el rojo y se extendía hacia las mismas muestras anteriores, yendo hacia el amarillo. MacLaury llamó coextensión a esta relación semántica. Por ejemplo, un grupo de colores que se encuentran a mitad de camino entre el azul y el verde pueden ser designados como “turquesa” cuando se los considera desde la categoría del azul, o como “esmeralda”, cuando se los considera desde la categoría del verde. La extensión de ambos términos muestra una superposición en un área relativamente grande, pero sus focos se desplazan hacia direcciones distintas.
·         Las diferentes relaciones se deben a énfasis desiguales dados por el hablante o la comunidad de hablantes a la similitud o a la diferencia. Cuando se presta fuerte atención a la similitud ocurre la cuasi-sinonimia (muy similar); cuando se presta fuerte atención a la diferencia aparece la complementariedad (muy diferente); en el medio, un equilibrio entre similitud y diferencia produce la coextensión (similar en extensión pero con focos diferentes), mientras que una atención moderada a la diferencia produce la inclusión (diferente pero de la misma clase).
·        Este hallazgo condujo a MacLaury a proponer la teoría del punto de vista ventajoso como un modelo que, no siendo contradictorio con la serie evolutiva de Berlin y Kay, resulta más comprensivo y explicativo de los procesos. La teoría del punto de vista ventajoso puede explicar muchas cuestiones relacionadas con el proceso por el cual una categoría se divide durante la evolución de una lengua, problema que Berlin y Kay no abordan en absoluto. En este sentido, la división de una categoría se debe a un énfasis creciente en la diferencia.
§  Los datos de Davies y Corbett apoyan en términos generales las tesis universalistas, pero reconocen alguna modulación por parte de la lengua como las agrupaciones de azules y verdes en Setswana (bantú) o la separación de los azules en ruso (celeste y azul). Encuentran que en cada lengua se producen categorías compuestas “ilegales” o “nacientes” en un orden de secuencia que no se corresponde con el de Berlin y Kay, debilitando el carácter universal de su secuencia.
Resulta razonable suponer que aún no hay sobre la percepción del color respuestas defintivas.

Las debilidades metodológicas del estudio de Rosch, fueron puestas de manifiesto por Lucy y Shweder (1979)
·         La elección de los Dani no fue adecuada, porque disponían de muchas expresiones que denotaban la sensación del color y no únicamente de dos términos para colores básicos.
o    Empleando los mismos materiales de trabajo que Rosch, pero con universitarios estadounidenses, mostraron que la relación entre lenguaje y memora era significativamente más alta que la relación entre focalidad y memoria.
o    Para ellos, el leguaje parece operar independientemente de la focalidad y no depende de las habilidades particulares de los hablantes, sino de regularidades en la comunidad de habla. El carácter mnemotécnico de la codificación lingüística probablemente es adaptativo a las variaciones de la naturaleza de los estímulos que se codifican.

El relativismo cultural afirma que cada grupo humano ordena la objetividad de su experiencia como precipitado de una lógica diferencial y significativa y hace de la percepción humana una concepción histórica. La objetividad es en sí misma una determinación cultural y depende de la asignación de significado a ciertas diferencias que por asignadas se convierten en “reales”, mientras que otras son desdeñadas.
Sahlins asume, con Cassirer, que el lenguaje no entra en un mundo de percepciones objetivas alcanzadas para añadir simplemente signos exteriores y arbitrarios a objetos determinados, sino que es él mismo un mediador por excelencia, el instrumento más importante y más precioso para la conquista y la construcción de un verdadero mundo de objetos.
Los hallazgos de Berlin y Kay pueden ser explicados de otra manera: Los términos no tienen significados impuestos por las constricciones de la naturaleza humana y física, sino que tienen tales constricciones porque son significativos. Las percepciones de determinados colores se singularizan como básicas en la medida en que sus rasgos distintivos y sus relaciones funcionen significativamente en los sistemas de información.
Las tarjetas Munsell son una construcción de la técnica científica del color más que de la experiencia de la visión humana. La secuencia evolutiva que se ha extraído de ellas, sigue en realidad una lógica natural que va de lo general a lo específico. No aporta nada nuevo.
El uso de estas tarjetas para extraer vocabularios ha llevado a confundir significación con referencia. Los términos se “refieren” a las tarjetas, pero los colores tienen significado dentro de un sistema de diferencias que se establecen entre la vida y la muerte, lo sagrado y lo profano, la paz y la guerra… Los significados de los sistemas de colores están basados como cualquier otro código en propiedades perceptuales distintivas y de ahí procede el señalamiento de los puntos focales.
El sistema de colores es un conjunto de relaciones de contraste, complementariedad y compatibilidad que a su vez son desarrollos de procesos naturales y semióticos. La diferenciación evolutiva de los estados se produce por transformación en las relaciones de los términos. En el estadio I se constata la existencia de un dualismo elemental cuyo uso cultural es múltiple; luego, esta estructura es transformada en otras de orden ternario, cuaternario, etc., con elementos de mediación como el rojo, que en otros estadios puede reordenarse en contraste frente al amarillo con nuevos elementos de mediación en otros estadios como el rosa, que a su vez puede ordenarse en contraste con el azul, etc.
Las relaciones semánticas guardan las mismas estructuras generales que el sistema perceptual, de forma que en la política, la religión, el cuerpo o los estados mentales.
  • Rojo es como amarillo en oposición a verde o azul.
  • Rojo es como azul en oposición a amarillo o verde.
Una derivación de estas relaciones es la tríada de colores del semáforo, bandera amarilla para cuarentena y roja para peligro, rojo para atracción verde y amarillo para frialdad, verde para inmadurez y amarillo para madurez.
Las percepciones son los materiales brutos de la producción cultural, disponibles en latencia y no del todo acabadas hasta que les sea atribuido algún contenido significativo dentro de un sistema cultural. Como códigos, dependen de una apropiación social de los rasgos distintivos y de las relaciones que se hacen presentes a los sentidos. Eso explica que para una cultura determinada, la elección de los significados del color no parezca arbitraria, sino condicionada y motivada. La selección entre los posibles contrastes de color y los rasgos sociales es arbitraria, pero una vez dentro del sistema parece motivada por la analogía existente entre las sensaciones del color y las relaciones culturales.


Bibliografía: Honorio Manuel Velasco Maillo: Hablar y pensar, tareas culturales. UNED 2003.

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